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La opinión del experto

La coleta del barón de Münchhausen

José Medina cuenta una leyenda para comparar la ciénaga anímica donde caen los desempleados y cómo la estima y la valoración de las capacidades deben permitir salir del barranco.

Una de las célebres aventuras del barón de Münchhausen, personaje conocido por su talante altamente positivo y optimista, capaz de superar las mayores dificultades, puede servirnos de reflexión en estos momentos de incertidumbre que atraviesan tanto el mundo de las organizaciones como muchos profesionales que en él trabajan o están sin trabajo. Dice así: "Un día, galopando por los bosques de Münchhausen, traté de saltar con mi caballo sobre una ciénaga que encontré en mi camino. En medio del salto descubrí que era más ancha de lo que pensaba, por lo que, suspendido en el aire, decidí volver atrás para tomar mayor impulso. Así hice, pero también en el segundo intento el salto fue demasiado corto y caí con el caballo no lejos de la otra orilla, hundiéndome hasta el cuello en la ciénaga. Hubiéramos muerto irremisiblemente de no haber sido porque, recurriendo a toda la fuerza de mi brazo, así con él mi coleta y tiré con toda mi energía hacia arriba, pudiendo de esta forma salir de la ciénaga con mi caballo al que también conseguí sacar apretándolo fuertemente entre mis rodillas hasta alcanzar la otra orilla."

Esta historia va dirigida a todos los que hoy día buscan trabajo en el mercado y, entre ellos, especialmente a los que han perdido su empleo. Después de la muerte de un ser querido y del divorcio o separación, el quedarse sin trabajo es la situación que más estrés y ansiedad produce en los humanos. Aún más en tiempos de crisis e incertidumbre.

Es verdad que tiempos de crisis sirven para diferenciar mejor entre buenos y malos directivos y entre buenos y malos servicios. Ante las dificultades brotan en altorrelieve nuestras mejores fuerzas y virtudes. Pero también aparecen nuestras peores debilidades, defectos y temores. El miedo, a veces, llega a bloquearnos e inmovilizarnos.

Las crisis en las organizaciones tienen cierta semejanza con las que experimentamos los humanos. En una primera fase, las empresas en crisis racionalizan y ahorran costes, lo que casi siempre desemboca en ajustes y despidos. Ello da lugar a una segunda fase con el consiguiente deterioro del clima y de la moral de trabajo de los que quedan dentro ("mañana me toca a mí"). Tras esta caída de confianza y de moral organizativa, hay una tercera fase en la que poco a poco se va asumiendo la situación, construyendo progresivamente el futuro.

De forma similar, los humanos atravesamos estas tres fases en cada una de las crisis que experimentamos, tanto en la vida familiar y afectiva como en el trabajo. En una primera etapa, el directivo que ha sido prejubilado o invitado a salir trata de racionalizar su situación, de reducir su disonancia y de convencerse de que, en el fondo, es una gran oportunidad la que se le presenta para barajar alternativas de carrera. Esta actitud es positiva, pues le ayuda a hacer la situación más llevadera y a abordar con más optimismo la segunda fase. En ésta, la persona se siente a veces un poco baja de moral, más vulnerable, poco o nada reconocida, incluso hasta poco útil o no tratada con insuficiente equidad, con síntomas intermitentes de depresión.

El ayudar a que la persona adopte una actitud proactiva en la búsqueda del nuevo empleo es clave para que pueda superar esta segunda etapa de bache emocional y hasta de abatimiento, que a veces se agudiza por las dificultades iniciales de encontrar empleo y por los primeros intentos fallidos. La persona necesita apoyo afectivo para pasar a esta tercera etapa de construcción progresiva de su nueva andadura profesional. Además, en un plano racional también hay que ayudarle a que explore alternativas de carrera en relación con sus capacidades y experiencias: cuáles son sus puntos fuertes, mejores conocimientos y éxitos en el pasado, en qué cosas es realmente bueno y qué le gustaría hacer. Frecuentemente, cuando la persona hace este tipo de reflexión, aparecen más alternativas de las esperadas.

Al final, las propias capacidades, experiencia y puntos fuertes de la persona constituyen su auténtica coleta del barón de Münchhausen. Pero sobre todo es necesario el brazo fuerte para asir firmemente la coleta: la fuerza en el ánimo y en el espíritu, el compromiso imprescindible para poder salir airoso de la ciénaga hasta la otra orilla. En esto, los amigos, colegas, familia y nosotros mismos, como consultores, podemos aportar una ayuda inestimable. Es la ayuda que más agradecerá la persona, la que le encamine a despertar su talento y a satisfacer las necesidades más importantes que tenemos los humanos: reconocimiento, autoestima, desarrollo y aprovechamiento al máximo de nuestras capacidades mediante el trabajo.

A pesar de que las crisis y las dificultades a veces nos abrumen, todos somos capaces de elevarnos, sobrepasar la ciénaga y alcanzar la otra orilla, como el barón de Münchhausen.

José Medina. Presidente de Odgers Berndtson Iberia

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