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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La agenda de Obama encalla en Massachusetts

El 20 de enero de 2010 se cumplió el primer aniversario de Barack Obama en la Casa Blanca. Pero no fue un día de celebración sino de análisis de estrategia y de la profunda ironía de un momento en el que la ambiciosa agenda del presidente está a punto de ser papel mojado. La reforma de la sanidad, el objetivo estrella, la ley energética, la regulación financiera y la reforma de la inmigración, están ahora encalladas.

La causa evidente de esta situación se encuentra en el lugar menos pensado: Massachusetts, un estado donde la mayoría se declara independiente y que ganó Obama por 26 puntos. La ironía de lo que ha pasado en él es una historia de varias fases que culminó este martes de madrugada con una elección especial para elegir al sucesor en el Senado del fallecido Ted Kennedy.

El senador que hizo de la reforma sanitaria "la causa de su vida" representaba al único estado que tiene sanidad universal gracias a una ley, más progresista que la que se ha debatido en el Congreso, y que aprobó el gobernador Republicano Mitt Romney. Al cierre de urnas se verificó que Massachusetts manda a Washington a un republicano poco conocido, Scott Brown. Su elección elimina la supermayoría de 60 votos demócratas en el Senado y permite que la negativa republicana a casi todas las propuestas con el sello de Obama sea un efectivo rodillo.

Martha Coakley, la candidata demócrata, no es la gran perdedora. Lo que se pierde es el programa de Gobierno que ahora se encuentra un muro republicano mejor defendido.

División demócrata

Para la oposición no hay duda de que Massachusetts ha sido un referéndum sobre Obama. Desde que se conoció la pérdida de la supermayoría, los congresistas demócratas han estado discutiendo si es mejor sacar adelante, como sea, la reforma sanitaria antes de que Brown tome posesión. El influyente Barney Frank, legislador de la Cámara Baja, y Anthony Weiner y Jim Webb, los senadores demócratas con ideologías más opuestas, coinciden en que no debe hacerse y que hay que empezar de nuevo sobre una ley que ni siquiera tiene todo el apoyo de los demócratas. David Axelrod, asesor de Obama, decía ayer que abandonar es un error.

El mismo destino incierto tienen la reforma de la regulación financiera, y en particular la creación de una agencia de protección del consumidor, y las previsiones medioambientales de la legislación energética con las que ya se ha comprometido Obama en Copenhague.

El revés se explica con una frase ya mítica en EE UU: "Es la economía, estúpido". Las altas expectativas sobre Obama y el creciente paro han pasado factura a un Gobierno que se ha fijado objetivos de largo plazo, compatibles con las políticas para salir de la crisis pero abstractos para muchos ciudadanos con problemas reales que desconfían de la reforma sanitaria. Además, estos ciudadanos están oyendo el mensaje antikeynesiano republicano y han descubierto el déficit, un gran agujero que empezó a crecer con George Bush.

La Casa Blanca y la mayor parte de los analistas afirman que para recortar el déficit hay que enderezar el disfuncional sistema sanitario (ver cuadro de gastos) pero el discurso no cala. Obama tiene en su contra que, a pesar de la tentativa mejora, a un presidente no se le juzga por lo que ha evitado sino por lo que no ha conseguido y es más tangible, esto es, reducir el paro y dar la vuelta a la economía.

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