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Ciudades del mundo

San Petersburgo

Iglesias, puentes hermosamente esculpidos y palacios barrocos convierten a San Petersburgo en una de las ciudades más impactantes de la historia de la humanidad.

San Petersburgo
San Petersburgo

Su entorno privilegiado, asomada al mar Báltico y unida al curso del río Neva, y su convulsa historia -que le ha llevado a cambiar tres veces de nombre en menos de un siglo- han convertido a San Petersburgo en una de las ciudades más hermosas del mundo. Una belleza nada oculta y que se exhibe en las inmensas plazas, en los puentes que permiten cruzar sus canales o en el lujo -entre refinado y ostentoso- de las residencias de los zares.

La pasión por el esplendor se refleja también en los museos, teatros o en las fachadas de sus numerosos palacios -todos los príncipes y aristócratas construyeron allí sus mansiones más emblemáticas a lo largo de más de dos siglos-. Pero casi por delante de todo resplandece el barroco oriental de las iglesias ortodoxas coronadas por cúpulas y agujas doradas.

Fue el capricho de un zar, Pedro I, que quiso contar con una espectacular ventana a Europa, y para ello contrató a los mejores arquitectos, ingenieros y escultores holandeses, ingleses e italianos. Comenzó la construcción en los primeros años del siglo XVIII sobre antiguas fortalezas, y en 1712 la declaró capital del Imperio. Después, la ilustrada zarina Catalina la Grande contribuyó a su grandeza con el palacio de Mármol o el inicio de la colección del Ermitage.

Los zares contaron con los mejores artistas y arquitectos para diseñar una urbe que se inspiró en los edificios y lugares más emblemáticos de Europa

Si para cualquier lugar del mundo un conocimiento básico de su historia da una dimensión diferente al viaje, en el caso de San Petersburgo éste es casi obligatorio. Es una ciudad en la que aún hay huellas muy visibles de cientos de personajes que allí nacieron o vivieron, incluso, los de ficción. Porque, más que otras urbes importantes del mundo, ha sido escenario de obras maestras de la literatura universal escritas por Pushkin, Lermontov, Gogol o Dostoievski.

Para no perderse entre tanto legado, hay que seleccionar lo imprescindible, que es mucho, pasear por las calles y, si es posible, volver. Uno de los principales conjuntos arquitectónicos es el que tiene como centro la plaza del Palacio. Todo es monumental, desde la columna de 47 metros de granito rojo rematada por un ángel de bronce, dedicada al zar Alejandro I por guiar la victoria frente a Napoleón, hasta el Palacio de Invierno que fue testigo del inicio de la revolución bolchevique.

Ahora ese palacio -muestra del barroco ruso- forma parte del inmenso conjunto de edificios que ocupa el Ermitage. La visita a este museo es uno de los mayores atractivos de la ciudad, aunque es imposible conocer en una sola jornada siquiera una mínima parte del arte y los tesoros que guarda. Arte egipcio, escita, clásico, oriental -desde China, Japón a Bizancio- forman su patrimonio, pero la colección de pintura europea (italiana, flamenca, española y francesa) es la mejor muestra del poderío que acumuló ese antiguo imperio.

En el mismo entorno de la margen sur del río Neva está la plaza de San Isaac, con la gran catedral cuya cúpula -que precisó para su construcción de 120 kilos de hojas de oro- se puede ver desde casi todos los rincones de la ciudad. A sólo unos pocos pasos se puede contemplar el edificio del Almirantazgo: las bellas estatuas que adornan el pórtico y la fachada son un canto a las victorias de la Marina rusa. Y en la cercana plaza de los Decembristas está la estatua de bronce del fundador de la ciudad, Pedro el Grande, uno de los símbolos de una ciudad llena de referentes.

Pero la calle más conocida y verdadera arteria central es la Perspectiva Nevski; con sólo recorrer sus más de cuatro kilómetros de longitud se podría decir que se ha estado en San Petersburgo. Se trata de un lugar lleno de contrastes: es la zona con más cafés y restaurantes, donde la nueva riqueza está representada por las mejores firmas de lujo del mundo, que se mezcla con los mendigos y marginados que recuerdan, después de tantos años y tantos cambios, pasajes de novelas del siglo XIX. Todo bajo la sombra de algunos de los puentes y edificios más bellos: los palacios Belkoselski y Stróganov (construido en 1712), la catedral de Nuestra Señora de Kazán o el museo de Rusia.

Otra forma de abordar el centro urbano es viajando en los barcos que navegan entre los canales y en los ríos Neva, Moika y Fontanka. Esta opción permite contemplar con más detalle puentes como Anichkov, el de Lomonosov o el egipcio. Además de líneas regulares es posible alquilar un taxi-fluvial para recorrer la ciudad o las islas cercanas. Y acercarse, por ejemplo, a la fortaleza de Pedro y Pablo que marca el inicio de la historia de San Petersburgo.

Si el casco histórico es difícil de abarcar, no lo son menos los alrededores. Junto a extensos bosques y lagos se ubican algunos de los complejos palaciegos más fastuosos del mundo. En Peterhof está el palacio que Pedro I se hizo a la medida de Versalles, con jardines al estilo inglés y francés que contienen una treintena de inmensas esculturas doradas, más de 60 fuentes y decenas de juegos de aguas que bajan hasta el mar. Y en Tsarkoye Seló está el que mandó construir la zarina Isabel; su fachada barroca, azul y blanca, de más de 300 metros de longitud está adornada con columnas y atlantes. Casi todo lo que contiene este palacio es imprescindible, pero del interior, lo más afamado es el salón ámbar, regalo de Federico de Prusia.

Si todos los lugares del mundo cambian en función de la estación del año, el que experimenta San Petersburgo es espectacular. En invierno, la nieve y los estanques helados con sus patinadores marcan el perfil urbano; en otoño, las brumas, y a comienzo de verano, las noches blancas que deslumbran con una luz que no se apaga en 24 horas.

Hay otras paradas para conocer esta ventana rusa a Europa, las que marcan el ballet -fue la cuna artística de Pavlova, Nizhinski y Nuréiev-, el teatro -visitando el centenario Maríisnki- o siguiendo la estela de Dostoievski. Este escritor vivió y desarrolló su obra cumbre, Crimen y castigo, en los alrededores de Sennaya Ploschad, un barrio que conserva edificios del siglo XIX, como la comisaría de policía. Para los nostálgicos es recomendable la visita al Palacio Yusupov, donde murió Rasputín.

Fuera de estos mitos hay otra ciudad: la del abarrotado transporte público, la de la afectuosa y alegre población que bebe y ríe en los bares populares o la que vive en barrios, como los que separan el aeropuerto del casco histórico, formados por miles de oscuros bloques de apartamentos ubicados en calles destartaladas construidos durante la etapa soviética. Y de la belleza del pasado permanece aún una realidad menos atractiva, pero más conmovedora: los humildes patios y pobres viviendas que se ubicaban detrás de las casas de lujo y de las decoradas fachadas.

Guía práctica

Cómo irLa vía aérea es la más cómoda y rápida si el viaje se hace desde España. A la segunda ciudad rusa se puede ir desde Madrid con Iberia, KLM y la checa CSA, entre otras compañías. Si se parte de Barcelona o de otras ciudades españolas, las rutas están más limitadas a los meses de verano. También es posible llegar en barco desde ciudades nórdicas, bálticas, alemanas o Londres. En verano es posible acceder desde Moscú con un crucero fluvial que atraviesa el Volga y el Ladoga. Asimismo, se pueden tomar algunos de los trenes diarios que unen las dos ciudades e, incluso, se puede elegir un departamento de lujo.Dormir y comerGrand Europe Este hotel es uno de los más emblemáticos y lujosos de la ciudad. Situado en la Perspectiva Nevski, está en un edificio barroco que fue construido en 1824.Kempinski Moika Diseñado durante el reinado de Nicolás II, ha sido restaurado y decorado con antigüedades de la época.Corinthia Este hotel, situado asimismo en el centro de la ciudad, es el resultado de la unión y renovación de dos antiguas mansiones.Aquarel (Dobrolyubova, 14). Restaurante moderno de cocina de fusión. Está ubicado cerca del río Neva.Landskrona Situado en la azotea del hotel Corinthia (Perspectiva Nevski, 57). Comida rusa e internacional.Caviar Bar. Forma parte del Grand Hotel Europe. El caviar y el salmón son sus especialidades.Café de Clie (Kronverkskiy, 27). Junto a la fortaleza de Pedro y Pablo. Comida menos formal de especialidad rusa.ComprarGostiny Dvor Inmensa galería comercial del siglo XVIII que alberga a más de 250 tiendas de ropa, bisutería y de recuerdos (en la foto).Lo más recomendable Aunque depende de cada presupuesto, en San Petersburgo, al igual que en otras ciudades rusas, es posible encontrar atractivos objetos de madera lacados como las antiguas cajas Palej pintadas a mano, samovares, piedras semipreciosas o juegos de ajedrez. Y las reproducciones de los famosos huevos Fabergé.

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