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Panorama

El cambio climático marca el giro del modelo energético mundial

El año 2007 fue histórico, ya que significó el pistoletazo de salida para el cambio de modelo energético mundial que se perfila actualmente, guiado por el calentamiento climático. Hasta el año pasado, las emisiones de dióxido de carbono, responsables en un 80% del aumento de la temperatura del planeta, sólo preocupaban a la comunidad científica, reunida en el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), bajo el paraguas de la ONU.

Su cuarto informe, presentado en Valencia en noviembre de 2007, certificó el carácter 'inequívoco' del cambio climático. Y, a diferencia de informes anteriores, la comunidad internacional acató las conclusiones del texto. La Unión Europea marcó a los países miembros el objetivo de reducir el 20% de emisiones en el horizonte de 2020 de forma unilateral, y el 30% si el resto de países les seguían. La 'fiebre climática' alcanzó su máxima temperatura con la entrega del Premio Nobel de la Paz al mediático ex vicepresidente de EE UU, Al Gore. Y la Cumbre de Bali puso el broche final. Un total de 180 países lograron sacar adelante en esta isla del Pacífico una hoja de ruta hacia un 'Kioto II', que da continuidad al Protocolo de Kioto, que expirará en 2012. Este texto es el único acuerdo internacional de carácter vinculante que existe. Obliga a 36 países industrializados a reducir un 5% sus emisiones respecto a niveles de 1990. Bali logró, por primera vez, sumar las voluntades de los países emergentes. China, India y Brasil, en plena explosión de sus índices de crecimiento económico, se incorporarán a la lenta lucha contra el calentamiento global. A cambio, exigen una transferencia de tecnología desde los países ricos que les evite pagar el sobrecoste por alcanzar sistemas limpios. Tras diez años de andadura, EE UU, el enfant terrible medioambiental, es el único país que no ha ratificado Kioto, siendo la primera potencia contaminante mundial, con el 20% de emisiones. Sin embargo, mientras la casi extinta Administración Bush mantiene la afrenta oficial contra todo acuerdo global que limite su autonomía, 26 Estados federales ya aplican agresivas reducciones fiscales al negocio de las energías renovables. Se trata de una auténtica revolución verde que augura a EE UU el próximo liderazgo del cambio energético anunciado, ante un modelo insostenible. El Viejo Continente lo sabe. Por eso ha optado por hacer suyo el mensaje político de que el cambio climático marca una tendencia imparable, a sabiendas de que el país que se imponga dominará la próxima guerra industrial que se anuncia a ambos lados del Atlántico y con los países emergentes. Ahora, hay que pasar de grandilocuentes declaraciones a gestos concretos.

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