_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¡Aló, presidente!

Tras la reelección del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se están produciendo una serie de noticias que están convulsionando a los mercados. Chávez ha reafirmado su propósito de profundizar en lo que él denomina como el 'Socialismo del Siglo XXI'. Como anticipo de este giro a la izquierda ha anunciado medidas como la decisión de cerrar una cadena de televisión de la oposición (RCTV), pedir el final de la autonomía del banco central, remplazar los gobiernos municipales por consejos comunales inspirados por la Comuna de París de 1871, solicitar una ley que le permita gobernar por decreto, y en particular la nacionalización de las compañías más importantes de telecomunicaciones, electricidad, gas y petróleo. Esta deriva populista se ha visto acompañada de nuevos gestos y provocaciones a nivel internacional como la visita a Venezuela el pasado 12 de enero del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad.

Ninguna de estos anuncios es muy sorprendente ya que los estuvo discutiendo durante la campaña y entran dentro del marco de las políticas que ha desarrollado en sus anteriores mandatos. Dos factores han acelerado el anuncio de estas decisiones. Por un lado la amplitud de su victoria electoral, la cual le ha convencido de que tiene un mandato para cumplir con estos compromisos. Por el otro, la bonanza económica del país que con un crecimiento del PIB del 10,6% en 2006 (el más alto de Latinoamérica por tercer año consecutivo), impulsado por los altos precios del petróleo, vive un ciclo de gran expansión económica (aunque atemperado por la inflación, que ha llegado a un 17% el año pasado impulsada por un aumento del gasto público de un 74,6%, lo que ha promovido la aparición de un mercado paralelo de cambio de moneda).

El anuncio de las nacionalizaciones ha sido el que más efecto ha tenido. El impacto práctico de esta decisión es que el Estado venezolano va a adquirir las acciones de la eléctrica AES en la Electricidad de Caracas (EdC), y de la multinacionales de telecomunicaciones Verizon en la Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela (Cantv), así como que va a tomar el control del petróleo de compañías que operan en Venezuela como BP, Exxon Mobil, Chevron, Total y Conoco Phillips.

Según los analistas, con estas nacionalizaciones el Gobierno persigue cuatro objetivos fundamentales: obtener mayores tributos de los beneficios de estas compañías, controlar los recursos naturales del país, fortalecer el papel del Estado como motor económico y reducir la dependencia en EE UU, que es el principal aliado comercial de Venezuela y destino de un 40% de sus exportaciones de crudo.

Los mercados han reaccionado de forma muy negativa ante este anuncio. En los días que siguieron al anuncio la Bolsa de Caracas cayó más de un 18%; Cantv perdió 770 millones de dólares (y la semana pasada otro 14%), y las acciones de EdC cayeron en un solo día un 20% antes de que se suspendiera su cotización. La incertidumbre también ha impactado en el valor del bolívar que ha perdido más de un 30% desde el anuncio de Chávez.

El gran interrogante es si la compra de estas acciones se hará a precio de mercado en cumplimiento de la ley de mercados de Venezuela que exige un 'precio justo' de compensación. Las señales han sido muy contradictorias. Nadie duda de la capacidad del Gobierno venezolano de poder asumir el coste de las nacionalizaciones ya que nada en la abundancia de los petrodólares, que le han permitido acumular unas reservas de 370.000 millones de dólares y tiene un fondo de reserva adicional de 12.000 millones. La duda reside en su disponibilidad a pagar. Los antecedentes no permiten ser muy optimista. En los últimos años el Gobierno ha expropiado tierras y se ha negado a pagar ninguna compensación. El Gobierno sigue azuzando la incertidumbre y el pasado día 22 Chávez anuncio que los accionistas de Cantv no serían compensados a precio de mercado cuando se nacionalizase la compañía.

La mayoría de los observadores advierten de los riesgos de estas decisiones por el impacto que pueden tener en la inversión extranjera. Venezuela lleva tiempo sufriendo la caída de la inversión privada y esta decisión sólo acelerara esta tendencia. Además si estas políticas se concretan marcarán un sesgo autoritario muy preocupante. Al mismo tiempo, toda esta retórica no puede enmascarar la continua dependencia del país en exportaciones de petróleo (cuyo precio ha caído en sólo seis meses de 78 a 56 dólares el barril), lo cual hace que los cimientos de todas estos proyectos sean de barro.

La historia muestra que el populismo y las nacionalizaciones llevan al fracaso. Chávez haría mejor en fijarse en sus vecinos, como Chile o Brasil, que con la consolidación de sus instituciones democráticas, así como la implementación de políticas monetarias y fiscales ortodoxas, la apertura de mercados y el desarrollo de programas sociales están sentando bases para un crecimiento sostenible y un reparto más equitativo de la riqueza.

Sebastián Royo. Decano de la Universidad de Suffolk en Boston, director de su campus en Madrid, y codirector del seminario de Estudios Ibéricos del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_