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Ortodoxia económica

Latinoamérica, ante el año de la reválida

Los resultados electorales y la escalada de tipos en EE UU pondrán a prueba la solidez de la región

El camino hacia la ortodoxia económica en Latinoamérica se enfrenta a una dura prueba en el ejercicio en curso. Países de la dimensión de México, Brasil, Argentina o Perú afrontarán procesos electorales a lo largo del año que podrían llevar al poder a partidos de corte distinto a los actuales, en medio de un contexto de crecimiento económico generalizado (el PIB aumentó un 4,3% en 2005). Tras la victoria del indigenista Evo Morales en Bolivia, el avance de su correligionario Ollanta Humala en Perú y del izquierdista Manuel López Obrador en México podría inaugurar una etapa de políticas volcadas en lo social que, para algunos analistas, amenazarían los logros macroeconómicos conseguidos: recorte de la deuda, control de los precios y reducción de los tipos de interés.

Detrás de esta dinámica política está la todavía reciente crisis del corralito en Argentina en 2002, motivada en buena medida por las draconianas condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional. Ahora, los inversores extranjeros temen que gobiernos de corte antiliberal lleven a cabo medidas intervencionistas o revisiones de contratos vía tarifas, a la manera de Venezuela o Bolivia. El camino parece marcado, por lo que los inversores extranjeros tendrán que acostumbrarse a hacer negocios en países con gobiernos no tan liberales como en los últimos años.

Pero el impacto de los posibles cambios en el poder puede no ser tan fuerte. Las cosas han cambiado desde los años noventa: las economías se encuentran relativamente saneadas y la ortodoxia se impone en las políticas macroeconómicas. El ejemplo de Brasil es paradigmático: la victoria del izquierdista Lula da Silva sembró de dudas los mercados, pero su ejecutoria durante tres años de mandato ha abierto una nueva vía: se pueden llevar a cabo políticas sociales sin poner en riesgo la estabilidad económica. Su antecesor en la presidencia de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, ha explicado a Cinco Días que un nuevo cambio de Gobierno en las elecciones de octubre apenas modificaría las grandes líneas de actuación: 'La economía brasileña está a salvo de vaivenes políticos', resume.

Algo parecido se espera que suceda en Chile, tras la reciente victoria de la socialista Michelle Bachelet. Las dudas se centran en países más proclives al modelo de Hugo Chávez, en Venezuela. Es el caso de Bolivia, con su política de nacionalización de recursos petroleros.

Bonanza y materias primas

El actual periodo de crecimiento que vive la mayor parte de América Latina está muy ligado a la situación mundial caracterizada por aumentos de la demanda y los precios de las materias primas. El sector exterior el que tira de las economías de la zona, aunque los responsables económicos tratan de potenciar el consumo interno y la inversión para cuando vengan las vacas flacas. A esa dirección apunta la mejora de la producción industrial en México (6%).

Esa misma bonanza está relativizando parte de las dudas suscitadas por la incertidumbre electoral: 'Las estructuras económicas son hoy más sólidas y menos dependientes, gracias, en buena medida, a la situación de liquidez mundial', señala José Luis Martínez, de Citigroup, quien matiza que esa solidez podría revertirse si cambia el panorama global. Pero las elecciones afectan a los mercados, como explica Sergio Fernández, de Allfunds Bank: 'La mayoría de los gestores sugiere cautelas a la hora de invertir en Latinoamérica. El ruido político puede afectar a la ortodoxia económica, y ésa es una variable que no sufren otros mercados emergentes como los asiáticos o el Este de Europa'.

Al margen de la política interna, hay otro factor que puede afectar decisivamente el futuro inmediato de la economía de la zona: la elevación de los tipos de interés en Estados Unidos, que inevitablemente eleva el coste de su deuda externa. La Reserva Federal ha llevado en apenas dos años el precio del dinero desde el 1% hasta el actual 4,25%, y el nuevo presidente, Ben Bernanke, no parece dispuesto a detener la escalada ante las persistentes tensiones inflacionistas. Martínez sostiene que el impacto de las subidas es ahora más moderado que años atrás, porque muchos países han convertido parte de su deuda en dólares a moneda local.

Sin embargo, como recuerda Sergio Fernández, el montante de deuda en dólares sigue siendo muy elevado, y ni siquiera la de moneda local está libre de las subidas estadounidenses: 'Si la Fed sube tipos, se produce un ajuste en el tipo de cambio de la moneda local, pues de otro modo abría arbitraje. La Reserva Federal es el banco central de Estados Unidos, pero virtualmente también ejerce esa función sobre el conjunto de América Latina'. No hay que olvidar, además, que un aterrizaje suave de la economía de EE UU retiraría buena parte del superávit externo latinoamericano. La dependencia aún no ha terminado.

Meses cargados de cambios de Gobierno

La foto de familia de la Cumbre Iberoamericana de Salamanca de octubre se queda antigua. El indigenista Evo Morales tomó el relevo de Carlos Mesa al frente de Bolivia tras las elecciones de diciembre. Ricardo Lagos fue el siguiente en dejar el poder, sustituido por la socialista Michelle Bachelet.La próxima cita tendrá lugar en Perú en menos de un mes. Para suceder a Alejandro Toledo gana enteros el indigenista Ollanta Humala. Alvaro Uribe se juega su continuidad al frente de la presidencia de Colombia en mayo, después de una reforma constitucional que permite la reelección. El mexicano Vicente Fox dejará la presidencia en julio, y su partido, el PAN, puede perder el poder ante el izquierdista López Obrador.El 1 de octubre se la juega Lula en Brasil, donde buscará renovar el cargo. Ecuador, Costa Rica, Nicaragua y Honduras también afrontan elecciones, y Néstor Kirchner se juega su prestigio en las legislativas argentinas.

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