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Ejes de la nueva política hidráulica

400 millones para garantizar el abastecimiento de agua

En pleno siglo XXI y pese a las abundantes lluvias de la semana pasada, en numerosos lugares de España persisten desde hace décadas serias deficiencias de abastecimiento de agua potable o problemas de contaminación de los recursos hídricos que perjudican el desarrollo económico y, lo que es peor, suponen un grave riesgo para la salud.

Con el objetivo de acabar con esa situación y seguir manteniendo un sector turístico y una agricultura competitivos, el Gobierno ha puesto en marcha el Programa AGUA (Actuaciones para la gestión y la utilización del agua) que ahora se complementa con las actuaciones emprendidas como consecuencia de la sequía, que movilizan una inversión de 391,68 millones de euros.

¿Cuál es el diagnóstico?

Según reconoce el Ministerio de Medio Ambiente las tres cuencas del norte y las cuencas atlánticas (Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir) se encuentran con un estado de reservas que, en términos generales, hace que no sean de esperar problemas en el suministro para el presente año hidrológico.

Tan sólo son previsibles algunos problemas puntuales en materia de regadíos y algunos abastecimientos urbanos en la zona atlántica.

Sin embargo, el Departamento que dirige Cristina Narbona está preocupado por la especial precariedad por la que atraviesa la cabecera de la cuenca del Tajo. Afectada por la misma está Madrid, donde el Gabinete regional decretó el mes pasado la situación de escasez de agua severa (alerta 1), que tiene como repercusión más inmediata el establecimiento de restricciones para determinados usos, como el riego de parques y jardines o el baldeo de calles.

Por su parte, la cuenca del Ebro tiene problemas en su margen izquierda que obligan a la imposición de restricciones importantes a los suministros para riegos. En cuanto al abastecimiento urbano, destaca el caso particular de Huesca.

Para usos agrícolas se han detectado también algunas deficiencias en el suministro en la cuenca del Júcar, por lo que se ha procedido a licitar obras de mejora y modernización de la acequia Real.

Y, por último, el Segura. Allí se presenta el doble problema de las escasas reservas en sus embalses y las dificultades que se han detectado para el suministro de los caudales del trasvase Tajo-Segura por la precaria situación que se vive en la cabecera del Tajo. Analizada una a una cada cuenca, el Gobierno califica la situación global como de prealerta, lo que ha justificado la puesta en marcha de infraestructuras hidráulicas que garanticen en el futuro la solución a estos problemas de abastecimiento. 'Aunque muchas obras se están tramitando por la vía de urgencia, son proyectos con visos de permanencia para llevar el agua a todos', asegura un alto cargo del Ministerio.

De las casi 60 obras que hay en marcha en la actualidad, más de la mitad consisten en trabajos de adecuación, reparación o modernización de infraestructuras ya existentes, frente a la construcción de nuevas instalaciones, que se concentra sobre todo en provincias de la vertiente mediterránea.

Destacan también los trabajos que se están llevando a cabo para obtener recursos procedentes de las aguas subterráneas, ya que cada vez son más numerosos los estudios que apuntan a la existencia de grandes bolsas de agua en el subsuelo precisamente en provincias como Castellón, que es una de las más afectadas por la escasez actual y las deficiencias en el suministro.

Pero, sin duda, y al margen del plan de actuaciones que ha precipitado la sequía, el programa de inversiones más ambicioso del Ministerio prevé la construcción de una red de nuevas desaladoras por todo el mediterráneo valorada en 3.900 millones que deberá estar operativa a finales de 2007 y dotará a la zona de 1.100 hectómetros cúbicos más cada año.

La desalación o técnica consistente en retirar la sal del agua se viene realizando en España desde hace 30 años. De hecho, la primera planta con una producción significativa se instaló en 1965 en Lanzarote. En la actualidad existen más de 700 desaladoras funcionando con una capacidad de desalación superior a los 800.000 metros cúbicos al día, de los cuales el 47,1% proviene del agua marina.

Los defensores de esta técnica subrayan que el agua obtenida a través de la desalación es de gran calidad y puede utilizarse tanto para abastecimiento urbano, como para usos agrícolas. Sostienen además que el coste energético de las plantas ya es mucho más óptimo que hace simplemente una década y elogian el escaso impacto ambiental que tiene su funcionamiento.

Sin embargo, los detractores de esta práctica critican su elevado coste energético, el problema que plantea la eliminación de los residuos que genera, la conocida salmuera, y el handicap de cómo realizar el transporte del agua obtenida sin que su precio final sea inasumible para agricultores y regantes.

El Ministerio recuerda, no obstante, que los 1.800 agricultores de la Comunidad de Regantes de Cueva de la Almazora en Palomares (Almería) riegan 5.500 hectáreas con los 25.000 metros cúbicos que les asegura la desaladora de los acuíferos de la zona, independientemente de las aportaciones pluviométricas y de las sequías. O también que el 40% del agua que consume Alicante proviene de otra desaladora.

El Ministerio quiere licitar al completo el programa de desaladoras cuanto antes para no perder más de 1.200 millones procedentes de fondos comunitarios que, en el futuro escenario presupuestario de la UE, dejarán de llegar a España.

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