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Columna
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La productividad y los costes laborales

La mejora de la productividad en la economía española es una de las prioridades del Gobierno. El autor analiza su evolución con los datos más recientes y asegura que, hasta ahora, el incremento de la productividad en España ha tenido un comportamiento anticíclico

El coste laboral bruto por trabajador, equivalente a la remuneración por asalariado en términos de Contabilidad Nacional, incluye junto al salario bruto pagado por el empresario su aportación a la Seguridad Social, así como otros pagos a los actuales o antiguos trabajadores (incluyendo sus familiares) como indemnizaciones por despido o prestaciones sociales complementarias a las de Seguridad Social acordadas en convenio colectivo.

Ahora bien, el coste verdaderamente relevante para los empresarios no es el laboral por trabajador, es decir, la remuneración por asalariado, sino el coste laboral por unidad de producción o coste laboral unitario monetario (CLU), que se obtiene dividiendo dicha remuneración por asalariado por la productividad por ocupado (PIB real/ocupados).

El coste laboral por unidad de producción es el de verdad relevante para los empresarios

La única estadística que permite calcular el CLU es la Contabilidad Nacional (CN), al considerar todas las variables necesarias para dicho cálculo. De los tres conceptos de empleo estimados por la CN, ocupados, puestos de trabajo y empleos equivalentes a tiempo completo, el más adecuado para calcular el CLU es el último.

Con los datos del primer trimestre del año de la Contabilidad Nacional, y utilizando datos corregidos de estacionalidad y calendario, la remuneración por asalariado para el conjunto de la economía ha aumentado en tasa interanual el 4,2%, igual cifra que en el trimestre precedente y que en el promedio del año anterior. Por sectores, el crecimiento en el primer trimestre ha sido muy similar, en torno a la media, en todos los sectores, salvo en la construcción, cuya tasa de variación ha ascendido al 5,1% (cuadro adjunto).

Por su parte, la productividad por ocupado, más concretamente la productividad aparente por ocupado, así llamada por su forma de cálculo que no tiene en cuenta el resto de los factores productivos, como el capital, ha crecido para el total de la economía en el primer trimestre únicamente el 0,6%, tasa también igual a la del trimestre anterior y a la del conjunto de 2003. Este escaso avance de la productividad es significativo de un crecimiento económico muy intensivo en trabajo: con un aumento del PIB del 2,8%, el empleo, según la contabilidad Nacional, se eleva el 2,1%.

El incremento de la productividad por ocupado equivale al umbral de crecimiento del empleo, es decir, el aumento del PIB a partir del cual la economía española creará empleo neto, que al ser actualmente muy reducido (0,6%) significa una capacidad generadora de empleo muy elevada.

En realidad, el incremento de la productividad y, por consiguiente, el umbral de crecimiento del empleo, ha tenido hasta ahora un comportamiento anticíclico: menor incremento cuanto más elevado sea el aumento del PIB y viceversa. Esta evolución anticíclica se da, sobre todo, desde 1985, en el que se puso en marcha la flexibilización de la contratación temporal, derivada de la reforma del Estatuto de los Trabajadores en agosto de 1984.

Una cuestión a tener en cuenta es que cualquier política tendente a elevar el crecimiento de la productividad por ocupado, bien de innovación tecnológica o bien de aumento y mejora del capital físico o humano, dará lugar a un crecimiento menos intensivo en trabajo y al aumento del umbral de crecimiento del empleo, lo que supondrá que el mismo ritmo de aumento del empleo requerirá de un mayor avance del PIB.

La variación de la productividad por ocupado es muy diferente por sectores, pasando desde un aumento del 6,9% en el primer trimestre en el agrario hasta descensos del 0,5% y 0,1% en construcción y servicios, respectivamente. La industria está en posición intermedia, con un incremento de productividad del 3,5%, muy superior al aumento medio del 0,6%.

Estas cifras son indicativas de la escasa capacidad generadora de empleo de la agricultura y la industria y, en cambio, de la alta capacidad generadora de empleo de la construcción y los servicios, que, incluso, con descensos de los correspondientes Valores Añadidos Brutos sectoriales serían capaces de crear ocupación neta.

El coste laboral unitario monetario (remuneración por asalariado/productividad por ocupado) del conjunto de la economía aumentó en el primer trimestre el 3,5%, igual que en el cuarto trimestre del pasado año y una décima menos que en dicho año. Por sectores, desciende el 2,2% en la agricultura (menor crecimiento de la remuneración por asalariado que de la productividad por ocupado) y aumenta (mayor crecimiento de la remuneración por asalariado que la productividad) en el resto de los sectores.

Por último, si se divide el CLU por el deflactor (índice de precios) del PIB se obtiene el coste laboral unitario real. En el primer trimestre, el CLU real, como ha venido ocurriendo en periodos anteriores, ha descendido (-0,4%), lo que significa que la evolución de los costes laborales y la productividad por ocupado ha tenido una incidencia positiva en la rentabilidad de las empresas españolas. Por sectores, disminuye en todos, salvo en los servicios, en que aumenta el 0,3%.

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