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Música

Una 'Traviata' sin miriñaques sube al Real

Se marcha la diva, pero Violetta Valéry se queda. A la soprano rumana Angela Gheorghiu le ha bastado poco más de una hora de ensayo para decidir que no participará en La Traviata con dirección escénica del italiano Pier Luigi Pizzi que inaugurará la séptima temporada del Teatro Real el próximo 1 de octubre. Gheorghiu, aclamada como una de las mayores estrellas del firmamento operístico actual, no comparte el montaje de Pizzi -el director italiano ha trasladado la acción al París de 1940-, que califica de vulgar. Desde la dirección del Real afean la conducta a la diva, 'es una falta de respeto hacia los compañeros de reparto y el público', y advierten: que nadie es imprescindible. El plante les ha pillado preparados. El nuevo director musical del Teatro Real, Jesús López Cobos, insistió en tener tres traviatas a la vista de las exigencias de la rumana, que iba a cantar sólo cuatro de las doce sesiones programadas. Así, la francesa Norah Amsellem y la italiana Annalisa Raspagliosi se alternarán en el papel de Violetta, el personaje con el que Verdi rinde un homenaje a su mujer, Giuseppina Strepponi.

La Traviata, la ópera de Giuseppe Verdi estrenada hace 150 años en La Fenice de Venecia, es una de las siete nuevas producciones del coliseo madrileño que subirán a escena en la próxima temporada. Ha sido coproducida con la Asociación Bilbaína de Amigos de la âpera y en colaboración con el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. También será la primera que Jesús López Cobos dirigirá como director musical del Teatro Real.

Pier Luigi Pizzi, un entusiasta conocedor de la obra de Verdi, tuvo su primer contacto con La Traviata en 1970, cuando le propusieron diseñar la escenografía y el vestuario en la Arena de Verona. Desde entonces ha realizado distintas producciones, entre ellas una para la âpera de Montecarlo ofrecida el pasado mes de mayo en Valladolid. La que sube ahora al Real está ambientada en un París ocupado por los alemanes, y no porque salgan muchos de ellos en escena, sino por la tensión que genera este estado de inseguridad. El director de escena italiano prescinde de los miriñaques y del color, como corresponde a una época determinada por el cine en blanco y negro. Para él, La Traviata es un drama de la soledad, por eso la desarrolla en grandes pisos con pocos muebles, como signo de un estado provisional, sin futuro. En el último acto sólo queda la cama de Violetta, como un catafalco mortuorio.

El reparto se completa con José Bros, que debutará como Alfredo Germont, personaje que compartirá con Giuseppe Filianoti y Miroslav Dvorsky; Renato Bruson dará vida al viejo Giorgio Germont, uno de sus personajes fetiche, papel que alternará con Vittorio Vitelli. Junto a ellos estarán el Coro y la Orquesta Titular del Teatro Real.

Tras de La Traviata subirán a escena los montajes del Real Osud (Destino), de Leos Janácek -coproducción con el Teatro Nacional de Praga-, Siegfried y Götterdämmerung (El ocaso de los dioses), de Richard Wagner -coproducción con la Sächsische Staatsoper Dresden Semperoper-, Tosca, de Puccini -coproducción con la Asociación Bilbaína de Amigos de la âpera-, Semiramide, de Gioacchino Rossini -coproducción con el Rossini Opera Festival de Pesaro, el Liceu de Barcelona y el Teatro Regio de Turín- y Il viaggio a Reims, de Rossini, en colaboración con el Rossini Opera Festival de Pesaro.

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