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Tribuna
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En desagravio de la suma

Fernando Eguidazu y Javier Martínez Arévalo explican el criterio del Círculo de Empresarios respecto a la reforma de la política agraria común (PAC) planteada por el comisario Fischler

Fernando Eguidazu y Javier Martínez Arévalo

De la mente de Albert Einstein brotó la más famosa ecuación que hayan producido las ciencias físicas, E=mc2, cuya belleza reside en su sencillez. Porque mc2 no es más que una suma. La multiplicación no es sino una elegante forma de notación de un caso particular de suma, aquella en que los sumandos son iguales entre sí, y la potencia un caso análogo de multiplicación. La suma de m veces la suma de c veces c, es una manera menos elegante de expresar lo mismo que mc2.

Si una humilde suma fue suficiente para un científico de la talla de D. Albert, con más razón lo es para el Círculo de Empresarios que no hace ciencia sino reflexión, para la cual sumar es más útil que no hacerlo, sobre todo si uno se plantea cuánto suman los insumos (perdón por la redundancia), que es más útil que no planteárselo.

A D. Carlos Tió, sin embargo, le parece extravagante según expuso en este diario en su artículo La suma como método científico. Considera extravagante sumar a las subvenciones de la PAC el déficit de la Seguridad Social agraria. Pero ésta reparte entre los pensionistas lo recaudado por las cuotas, que forman parte de los costes laborales, un insumo del proceso de producción. Si uno quiere estimar los insumos, debe incluir este elemento, y eso es lo que el Círculo de Empresarios hace, explica y explicita en su documento, que puede consultarse en la web del organismo.

El Círculo de Empresarios sostiene que en el sector agrario hay que dar más protagonismo al mercado eliminando trabas

Se pregunta también D. Carlos si es riguroso utilizar 3,03 pesetas como precio medio del metro cúbico de agua agrícola y compararlo con el precio urbano, cuyos costes de producción son mayores. Pero el Círculo toma del INE las 3,03 pesetas, no utiliza el precio urbano, sino el de aducción (un tercio) en Madrid, y además el coste económicamente relevante no es el de escándalo sino el de oportunidad. Un ejemplo: si un turista está dispuesto a pagar un litro de agua a 100 y un cultivador está dispuesto a pagarlo a 10, éste es el coste de oportunidad para el turista, pero es 100 para el cultivador, aunque lo valore en 10.

Está D. Carlos en lo cierto cuando afirma que al incluir todos los gastos del Feoga 'se incorporan partidas con objetivos medioambientales, territoriales...'. Pero, siendo cierto, es irrelevante, ya que las partidas no agrarias son una parte insignificante de esos gastos.

Atribuye D. Carlos al Círculo de Empresarios la intención de defender la reforma de la PAC propuesta por el comisario Fischler, en cuyo empeño estaría incluso dispuesto a cometer una notable ristra de 'errores de concepto', como afirmar que en el actual sistema de ayudas las subvenciones aumentan con la producción; 'falsedades', como decir que la reforma de Fischler lo corregiría; o 'insensateces', como defender que se establezca el 'hecho generador del derecho a la subvención en una referencia histórica', lindezas en las que D. Carlos yerra el tiro, porque el Círculo no dice nada de eso.

Dice el Círculo que 'el desacoplado (...) es la clave que permitiría que la producción agraria europea volviese a orientarse hacia el mercado, y volviese a producir los productos que el mercado está dispuesto a absorber, y no aquellos que permiten optimizar el volumen de primas, ayudas y subvenciones obtenidas. La búsqueda de subvenciones dejaría así de ser el criterio que determina la producción (...)', lo cual 'lograría reducir la irracionalidad de la asignación de recursos'. æpermil;sa es toda la 'defensa' que el Círculo hace de la propuesta Fischler, en la que la falsedad que D. Carlos nos atribuye brilla por su ausencia.

Continúa la misma frase afirmando que ello se lograría 'a costa de perpetuar un nivel de ayudas difícilmente justificable', que 'el desacoplado implica que el propietario de una explotación agraria pasa a ser subvencionado por el mero hecho de serlo', por lo que 'el mantenimiento de las ayudas resulta de difícil justificación, de difícil legitimación social', lo cual difícilmente puede interpretarse como un apoyo entusiasta a la 'referencia histórica'.

Dice, por último, el Círculo, empleando oportunamente el pasado como tiempo verbal, que 'al crecer la producción, y puesto que las ayudas se establecían en función de la misma, crecía también automáticamente su importe y, consecuentemente, las cargas fiscales necesarias para sufragarlo', lo cual deja suficientemente claro que era en el pasado y no en el sistema actual cuando las ayudas se establecían en función del volumen de producción. Tan claro como el agua, con cuyo coste de oportunidad tiene dificultades D. Carlos.

Eso sí, el Círculo sostiene que también en el sector agrario hay que dar más protagonismo al mercado, eliminar las trabas impuestas a su funcionamiento y que carece de sentido mantener niveles de ayuda tan elevados o casi como la producción. Eso debe de ser lo que molesta a D. Carlos y le lleva a atribuir al Círculo, para atacarlo, argumentos que no utiliza y campañas de defensa que no emprende.

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