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El negocio de buscar la historia en el fondo del mar

Era enero de 1855 cuando el Isabella salió del puerto de Génova rumbo a Calcuta. Viajaba repleto de esculturas romanas y valiosos objetos de decoración. Sin el canal de Suez, el bergantín debía bordear África y doblar el temido cabo de las Tormentas para llegar a las Indias Orientales. Pero el 4 de marzo a la altura del estrecho de Gibraltar un gran temporal obligó al barco a enfilar hacia la costa de Málaga, en busca de refugio. Ya de noche, a la altura de lo que hoy es el hotel Torrequebrada, en Benalmádena (Málaga), chocó contra unas rocas y zozobró.

Una semana después parte de su carga se subastó en Málaga y transcurridos 11 días la prensa británica dio cuenta del naufragio. Después, la historia del Isabella se perdió, hasta que en los sesenta el filántropo Juan Temboury redescubrió un barco hundido en las costas de Benalmádena, que denominó Los Santos, y promovió una investigación del extinto Centro de Rescate e Investigación Submarina.

Aquello favoreció el expolio. La particularidad de la carga propició que se hablara de un barco romano. Y cundió la crónica novelada de este pecio hasta que ahora la empresa Nerea, especializada en arqueología subacuática, por encargo del Ayuntamiento de Benalmádena, ha rescatado la historia real.

'Ha sido una investigación inversa a la de los cazatesoros del Caribe', dice Carlos Cañete, uno de los seis socios de Nerea. 'Hemos partido de la existencia de un pecio para completar su historia en las fuentes documentales'. Los socios de Nerea han buceado en los fondos marinos y en los archivos británicos y españoles para redescubrir que Los Santos era en realidad el Isabella, construido tres años antes de su naufragio en los astilleros escoceses de Sunderland por la naviera Ronbinson, de Newcastle.

La misión del Isabella era hacer viajes comerciales por encargo, como el último, en que llevaba para un lord británico de las Indias Orientales elementos de decoración para su villa, según la hipótesis de Nerea. Cuando el bergantín se hundió, hacía sólo unos meses que Ronbinson había perdido el Jane, en un naufragio frente a Fuengirola. Todo el Mediterráneo está salpicado de pecios, algo que los socios de Nerea destacan para reclamar más protección del patrimonio arqueológico subacuático.

La empresa, recién creada en el Centro Andaluz de Emprendedores (CADE) por seis licenciados en Historia, ha hecho un llamamiento para que se hagan prospecciones previas a la extracción de arena que está a punto de comenzar en la Costa del Sol para regenerar las playas del litoral. Recuerdan que este patrimonio no es un obstáculo para el negocio turístico, sino un aliciente.

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