Chávez, Mussolini y otros farsantes

La farsa tramada por el chavismo contra la democracia venezolana ha traspasado los límites de lo tolerable, a menos que nos resignemos a vivir sin dignidad. Nunca, ni en la vida real ni en la literatura de ficción más imaginativa, se habían conocido hechos y situaciones de tan insólito cinismo como los que hemos presenciado en los tres años y medio del actual Gobierno (...).

La actitud de Chávez y sus secuaces frente a la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) sobre los cuatro altos oficiales de las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN) que no cumplieron la orden de matar más gente de lo que ya habían matado el 11 de abril los francotiradores de los círculos bolivarianos, es una actitud signada por el más desvergonzado fariseísmo (...). A los magistrados del TSJ, que antes se les exaltaba como 'los mejores del mundo', ahora se les cubre con el anatema de 'inmorales' y 'borrachos'. El oficialismo no se atreve todavía a cerrar el TSJ (...).

A un mismo tiempo se proclama que el fallo del TSJ 'hay que tragárselo como un pescado con espinas' y se organizan marchas y protestas cargadas de agravios soeces (...). Sólo una enfermiza mitomanía le permite a Chávez decir, sin parpadeo, que es un titán del antineoliberalismo, mientras la política económica de su Gobierno se enmarca en el neoliberalismo más salvaje; o afirmar, en la inauguración del nuevo Ministerio de la Comunicación y la Información, que 'se va a luchar contra la cultura del odio y de la guerra', cuando todo el mundo sabe que es él quien a diario lleva la sociedad venezolana a la confrontación y la división (...). Farsantes parecidos a Mussolini (...) llegan a gobernar sus pueblos.