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Iberia demanda a los pilotos 2.830 millones por daños

Iberia ha decidido intensificar el pulso que mantiene con su colectivo de pilotos y recrudecer el enfrentamiento que ambas partes mantienen como consecuencia de los 10 días de huelga convocados a lo largo del verano. Hoy es la primera jornada de protesta de los pilotos. Como muestra del contraataque, la compañía presidida por Xabier de Irala ha optado por exigir responsabilidades al sindicato de pilotos (Sepla) por los daños que le causó la huelga de celo que los pilotos llevaron a cabo entre los días 28 de febrero y 7 de marzo de este año. Iberia reclama 2.830 millones por la vía laboral y prepara una próxima demanda por la vía civil.

Iberia presentó el pasado viernes ante la Dirección General de Trabajo de la Consejería de Economía y Empleo de la Comunidad de Madrid una demanda de conciliación en la que exige al colectivo de sus pilotos una indemnización de 2.830 millones de pesetas por los daños que ocasionó a la compañía la huelga de celo que los pilotos llevaron a cabo entre los días 26 de febrero y 7 de marzo de 2001.

El texto de la demanda de conciliación, que es el paso previo a la presentación de una demanda civil, en la que se personarán accionistas de la empresa, es demoledor. La compañía aérea acusa abiertamente a los representantes sindicales del Sepla de "deslealtad" y de actuar de "forma torticera".

Iberia defiende que la huelga de celo se convocó justo en el momento en el que podría hacer un enorme daño a la oferta pública de venta (OPV) que el Estado, a través de la SEPI, llevó a cabo con el 53,91% que controlaba en la empresa.

El texto de la demanda explica que "la modalidad de huelga elegida ha tenido no sólo la finalidad de romper el principio de proporcionalidad y sacrificios mutuos que toda huelga, por su propia naturaleza, debe comportar, sino que además ha sido elegida deliberadamente para su planteamiento el periodo en el que se encontraba en marcha algo tan esencial para la compañía como es la fase decisiva del proceso de privatización, intentando de ese modo obtener la firma de un convenio colectivo muy favorable a sus intereses al entender que la empresa no tendía capacidad de resistencia por las repercusiones negativas que podían producirse en el referido proceso. Es decir, en lugar de prestar su leal colaboración al éxito de la privatización, los convocantes de la huelga trataron de aprovecharse de modo torticero de la situación".

Por lo tanto, Iberia interpreta que, al tratarse la huelga de celo de un acto ilícito y abusivo, "corresponde a los responsables de la misma, que no son otros que los demandados, resarcir a Iberia de los perjuicios producidos mediante el pago de la correspondiente indemnización".

La aerolínea destaca que el porcentaje de vuelos de Iberia que salieron con un retraso inferior a 15 minutos desde el 1 al 26 de febrero fue de una media del 77,5%, mientras que en los seis primeros días de marzo fue del 30,1%.

También destaca que descendió su regularidad, ya que del 1 al 26 de febrero se operaron el 99,1% de los vuelos programados, mientras que en los seis primeros días de marzo fue del 95,7%. Además, pasó de cancelar una media de cinco vuelos al día a unos 23 vuelos diarios.

En este sentido, la compañía de bandera concreta que el margen perdido por los vuelos que tuvo que cancelar en ese periodo alcanzó los 56,9 millones de pesetas. Los gastos de combustible se incrementaron 75,8 millones de pesetas. Los costes de reorganizar el tráfico fueron de 30 millones de pesetas. Cifra en 125 millones de pesetas los costes aeroportuarios extras, y en 2.542,7 millones, la pérdida de tráfico en la siguientes cuatro semanas. En total, 2.830 millones de pesetas.

La reunión mantenida ayer por la tarde entre la compañía y el sindicato de pilotos como último intento para acabar con la convocatoria de huelga terminó sin acuerdo, con lo que se consideraron "rotas las negociaciones", según un portavoz de Iberia. La compañía, tras pactar con los pilotos los servicios mínimos, se ha visto obligada a cancelar 284 vuelos, el 28% del total. æpermil;sta es la primera huelga de los pilotos de Iberia desde que ésta es privada y cotiza en Bolsa. Ayer bajó un 1,77% y cerró a 1,11 euros, el mínimo desde que empezó a cotizar.

El antecedente inmediato de protestas laborales no es muy alentador. Ayer, los pilotos de Binter Mediterráneo (filial de Iberia) incumplieron los servicios mínimos del 100% de los vuelos entre Melilla y la península en la primera jornada de huelga, y hasta las 14 horas se habían producido cinco cancelaciones y retrasos de varias horas.

Los pilotos han dejado de operar bajo el argumento de que "faltan tripulaciones", según dijeron ayer fuentes del Sepla.

 

La cláusula de la discordia y el coste de los paros

Los retrasos y las cancelaciones de vuelos que hoy se producirán en los aeropuertos españoles tienen un responsable: la diferente interpretación que los gestores de Iberia y el sindicato de pilotos Sepla hacen de la aplicación de una cláusula (la llamada clave 104), pactada en 1995 para intentar solventar la amenaza de quiebra que entonces se cernía sobre la empresa.

La cláusula de la discordia se introdujo para aligerar los costes salariales de la compañía, con el compromiso expreso de que todos los estamentos laborales de la empresa irían recuperando esas pérdidas de remuneración. El recorte de sueldo llegó hasta el 18%. Eso es lo que ahora, entre otras cosas de menos calado, exige el colectivo de pilotos. Si bien aseguran estar dispuestos a que esa cláusula desaparezca, aunque en un periodo de cuatro años, lo ligan tanto a los beneficios de la compañía como a un aumento de productividad. Eso sí, con un aumento de sueldos de la inflación más tres puntos. El equipo gestor de Iberia no quiere ni oír hablar de la recuperación de ese teórico deterioro salarial de la cláusula 104 si no es vinculándolo totalmente a beneficios. Es más, el consejero delegado de Iberia, Ángel Mullor, sostiene que los pilotos han recuperado ya con creces ese recorte de salarios, que para los pilotos fue inferior, en torno a un 5%. De acuerdo con sus cálculos, cada día de huelga tiene un coste de unos 1.000 millones. El coste global de la huelga "sería más de 18.000 millones, equivalentes al beneficio de explotación previsto este año para el grupo, al tenerlo que hacer extensivo para el resto de colectivos laborales".

La dirección de Iberia es más pesimista y dice que la protesta puede colocar a la empresa en pérdidas durante varios años, incluido éste. Y lo justifican alegando que el efecto de una huelga se prolonga varios meses. En 1999, la huelga de marzo se notó hasta noviembre con un coste de unos 20.000 millones.

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